Elia está desesperada: el vecino de abajo, el señor Facundo Iracundo, no deja de quejarse de todos los ruidos que ella hace en su casa. Perdida toda su paciencia, Elia emprenderá, con la ayuda de su amigo César, un plan para poder solucionar el problema de una vez por todas. Don Facundo Iracundo, el vecino del segundo, nos muestra que la tolerancia y el respecto son valores necesarios para poner en práctica en la convivencia diaria con nuestros semejantes, sin importar que sean personas jóvenes o adultos mayores. A medida que Elia traza una serie de atrevidos y extravagantes planes para solucionar el problema de su vecino refunfuñón, se percatará que incluso personas en apariencia molestas como él pueden ser capaces de demostrar un poco de bondad.