El autor está convencido de que la entrada a la literatura tiene que ser críptica, oblicua, personal, contingente y colindante con la faceta curricular. Más allá de los términos de buena vecindad con el cursus rerum, el amor fati por la literatura escoge no sólo su camino, sino también su propia entrada. En este caso, como se manifiesta en el presente libro, el camino de la filosofía y la incidencia de la música o de la pintura evidencian una afinidad recíproca entre el investigador y el objeto de su estudio. Su interés por Felisberto Hernández, su literatura y su vida, se encauzan en este trabajo bajo la modalidad de perspectivas que necesitan de la música, la filosofía, las mujeres y el imperativo de ser raro por el mundo.