¿Dónde ubicar a la Filosofía del Derecho? ¿Se trata de una rama filosófica o de una rama jurídica? No cabe imaginar un auténtico jurista carente de una visión filosófica del Derecho. Tampoco cabe pensar en un Derecho filosófico, porque el Derecho es Derecho sin más. Consiguientemente, la Filosofía del Derecho es una rama como cualquier otra de la Filosofía. Se trata de investigar la suprema causa eficiente y la suprema causa final del Derecho, sin mengua del conocimiento de su estructura, de su función y de su historia, si se quiere enriquecer la visión filosófica del ámbito jurídico. No cabe confundir la Filosofía del Derecho con la Ciencia Jurídica. Los abogados no pueden hacer otra cosa que jurisprudencia, pero si los abogados son, además, juristas que pretenden conocer su ciencia en su máxima profundidad, entonces tendrán que acudir a la Filosofía. Y precisamente, a la Filosofía del Derecho. No resulta factible substituir esta rama de la Filosofía con una estructura hechiza, imitativa. No se puede dejar de hacer Filosofía ya lo advirtió Aristóteles, porque cuando se la niega hay que hacer Filosofía para llevar a cabo esa pretendida negación de la Filosofía. Lo que en realidad se está haciendo, en ese caso, es un pésimo producto filosófico y un inconsciente deseo de llegar a más claras y profundas certidumbres. Si se suprimiese la Filosofía del Derecho en el campo de las Ciencias Jurídicas, se cometería una grave mutilación de un buen programa para preparar juristas y no meros leguleyos. Imposible sustraerse a los problemas filosóficos que plantea el Derecho. Imposible, también, evitar cuando se procede como honesto y buen jurista el planteamiento correcto y la resolución de los temas y problemas que suscita la Ciencia Jurídica contemplada en su visión más profunda. ¿Será acaso la jurisprudencia, en lo esencial, una prolongación de las grandes especulaciones filosóficas? Gracias a la Filosofía, la Ciencia Jurídica posee una dirección metodológica, una orientación

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