Flores de mi barrio
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Conocí a Chava Flores antes de saber que era Chava Flores. Lo oí en otras voces antes de escucharlo en su propia voz. Era un encuentro siempre afortunado en el crepitante espacio radial. Ahí un hombre cantaba sobre las dificultades de bajarle al ser amado la luna y las estrellas (¿Y cómo diablos las vas a cargar? Para que no te pase nada mejor no te bajo nada), de la necesidad de estirar un presupuesto (Ahí te dejo esos dos pesos, con eso pagas la renta, el teléfono y la luz y con lo que te sobre…), de las cuitas de un gato viudo, de los gorrones, de una ciudad abigarrada, viva y sorprendente. Sus letras eran sobre sitios comunes y corrientes, y de personas con hábitos, amores y pesares que uno podía jurar que los conocía tal cual (por ejemplo, en el espejo). Se le llegó a conocer como el Cronista Musical de la Ciudad de México, y hay pocas descripciones tan alegres y certeras, como "sábado, Distrito Federal" un recorrido por una ciudad viva, saturada, activa, y a la que se notaba amaba, y nos invitaba a recorrerla con una sonrisa amable y comprensiva, pero no por ello menos irónica y consciente. A Chava Flores nos lo imaginamos frente a un micrófono, alegre en las pantallas del cine, eterno en sus grabaciones. Sus más de 200 canciones nos muestran una época, pero poco sabemos de la propia vida del compositor, de su historia y lo que vivió. Es el momento perfecto para una propuesta como la de Uriel Pérez, ilustrador, animador y narrador gráfico, que se ha propuesto llevarnos por un recorrido en imágenes por la vida y los tiempos de Chava Flores, en una novela gráfica cuidadosamente investigada ganadora de la Beca para Jóvenes Creadores del FONCA por su propuesta de conservar y divulgar la historia de un compositor al que todos conocemos sin conocerlo realmente.

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