A pesar del estado fragmentario de la obra de Arquíloco (Paros, siglo VII a.C.), lo que se ha conservado hasta nuestros días prueba su virtud poética. Los pocos versos que se conocen nos permiten vislumbrar sus motivaciones: la guerra, el mar; la fábula, la denuncia pública a través del escarnio. Todo esto con una maestría que nos deslumbra. También abundan los episodios sobre el amor, el vino, la vejez y la muerte. Entre los líricos arcaicos griegos Arquíloco es el más citado; y ya desde la antigüedad se le considera un gran poeta: los griegos Heródoto, Píndaro, Platón, Aristóteles, y los latinos Cicerón y Horacio mostraron una ferviente admiración por su trabajo. Este libro nos invita a conectarnos con la antigüedad: desde las proezas del hombre hasta la persistencia de lo cotidiano.