Lourdes Cantú se desenvuelve y lleva al lector a una inmersión por senderos y pasajes que son tanto psíquicos como míticos, si no es que ambas nociones y experiencias son en realidad también, de nuevo, espejo y moneda de dos revelaciones. Hoy que ya nos vence el tiempo surge de la pluma madura y reposada de Cantú en un momento de su vida en que ha transitado ya por los saberes arquitectónicos, urbanos, inmobiliarios e industriales, al tiempo que también se ha permitido el curso libre y comprometido por los talleres de creación literaria. Tiempo, Muerte y Amor conforman la tríada en donde se desenvuelve Lourdes, a veces con reproche, a ratos con plegaria, en ocasiones con recuerdo y sin duda siempre con el peso cíclico.