Del negro al gris, del gris al blanco, del blanco a la transparencia. Rondando la razón de Pitágoras y sus estudios sobre los cinco sólidos perfectos, el humo pertenecería a la categoría de lo indescifrable y de lo etéreo. Tal como ahora ciertos grumos solidificados bien podrían ser poesía, una vez modelada la materialización de la idea o del romance o ya vertidos en pensamiento y metáforas, en escritura plasmada en una foja alargada, de colores iridiscentes, que atentan contra el ojo escéptico de los lectores. Los pregoneros de esta poesía se manifiestan (los más) cual juglares andrajosos, si no es que como rapsodas de la época del mito griego, y vociferan igualmente los terrores y las esencias de lo que les es enteramente poético, sin mayores reglas ni ataduras. Hans Giébe