Como ha sido habitual desde hace algunos años, EL TIEMPO presenta su antología de los grandes trabajos realizados a lo largo del año por su especializado equipo periodístico. Nuevamente, se trata de una exquisita y cuidadosa selección de Juan Esteban Constaín quien, mes a mes de enero a diciembre lee, capta y guarda celosamente esas crónicas que seducen a su experto olfato investigativo y literario, no solo por la calidad técnica de las mismas, sino también por el fondo de las historias, los testimonios y personajes allí presentados, testigos claves en la reconstrucción de los eventos y situaciones que narraron la transformación que tuvimos, como país, a lo largo de los últimos doce meses. El método que uso no tiene nada de científi co ni de académico ?sería imposible, sería ridículo sino más bien un guiño nostálgico, un homenaje, a ese viejo hábito de los lectores de periódicos que solían recortar lo que más les gustaba y conmovía, lo más curioso, lo mejor escrito, lo más sorprendente, lo más bello y perdurable. Era, y en muchos casos sigue siendo, esa es la esperanza y ese es el consuelo, como un acto de fe en lo que va quedando de la prensa diaria: el rastro de aquello está en un periódico y que va más allá de las noticias y la información, cuenta al respecto Juan Esteban Constaín en el prólogo de esta obra que, como la caracteriza su curador de manera analógica, se trata de un ?fl orilegio?.