Me propuse ser modelo profesional y lo fui. Entendí que esa era mi manera de manifestarme ante el mundo, de reclamar el valor que por mucho tiempo no sabía que tenía. Esa etapa de mi vida fue maravillosa; sin duda, el impulso que necesitaba. Pero después me di cuenta de que brillar por fuera no era suficiente. Aprendí, a la mala, que lo importante es brillar por dentro porque lo de afuera, tarde o temprano, se acaba. No se trataba de ser admirada por cómo me veía sino por lo que había muy en el fondo de mi ser y que por mucho tiempo fue imperceptible incluso para mí. Pasé de ser la modelo de pasarelas y televisión a la coach capaz de ayudar en transformaciones profundas, empezando por la mía. A la mayoría de las mujeres nos han hecho creer que nuestro valor viene de cómo se ve tu cara, tu cuerpo, qué tan arreglada estás. El problema surge cuando dependemos únicamente de nuestra apariencia física para sentirnos bien y querer demostrar nuestro valor. Me declaro una embajadora de la lucha en contra de esta percepción y creencia tan nociva y limitante. Y la única forma de responder a este juicio, propio y ajeno, es construir ese mundo interno que nos da un sentido y que confirma nuestro verdadero valor. Esa construcción de tu mundo interior comienza con el autodescubrimiento y te lleva a descubrir un amor más centrado en ti para develar una versión más fuerte y a la vez más compasiva, que observa y cuida el cómo te hablas, el cómo te percibes. Ese es el trabajo personal que quiero compartirte a través de estas experiencias de mi vida, ya que solo con un genuino amor propio puedes construir un mejor mundo para ti y para los que te rodean. ¡Diles adiós a tus creencias limitantes, adquiere la verdadera libertad y reclama tu valor, ese que no depende de lo que se ve afuera de ti, sino de quien realmente eres!