Bien dicen que lo único que tenemos seguro en esta vida es la muerte. Desde el momento en que los seres humanos adquirimos conciencia de nuestra existencia, aprendemos también que tarde o temprano llegará el día en el que habremos de regresar al misterioso lugar del cual salimos para ver la luz de este mundo. La muerte nos ronda siempre como un espectador invisible que, aunque sólo una vez en la vida se manifiesta, el resto del tiempo nos acompaña y espera con paciencia estoica a que llegue la hora indicada de llevarnos con ella. Lejos de temerle, los mexicanos retamos a la muerte. La enfrentamos, la mencionamos, la satirizamos; nuestra relación con ella es de intimidad burlona y hasta de seducción. En México reconocemos su presencia indiscutible en nuestras vidas a través de la tradición de origen prehispánico del Día de Muertos y mediante ese reconocimiento, la honramos. Morir a la mexicana es convertirse en un ser inmortal; perdurar a través de la memoria colectiva de nuestro pueblo. Esta obra es un homenaje a la vida y trayectoria de algunas personas que han hecho destacar el nombre de México a nivel nacional e internacional. Algunas de las calaveras aquí reunidas nacieron por encomienda o como participaciones en concursos, y otras, por mero interés personal en la historia de algunos de estos personajes, por lo cual la selección de éstas para inclusión en esta antología no obedece a otro criterio más que a uno muy personal.