Los cuarenta y ocho poemas que integran Sicalipsis siglo XXI tienen como motivo común la experiencia amatoria. Experiencia amatoria que es, al mismo tiempo, experiencia poética. Mario Carlos Martínez Espinosa (Ciudad de México, 1990) teje una voz lírica rebosante de ferocidad, vitalidad y angustia, de deseos que no se sacian y devienen en hartazgo. Su libro bebe de una tradición que se remonta al Cantar de los cantares, la poesía de los antiguos sumerios, y que, en latitudes mexicanas, culmina en Huerta, Sabines y Bohórquez. Más que poeta, jeli, aquel encargado de transmitir oralmente las historias en el África Occidental. Así, al dialogar con tradiciones de diversas latitudes que exaltan la belleza femenina, Espinosa se sirve del lenguaje para contener lo incontenible: la potencia incalculable de la cópula y los instantes de éxtasis, su carácter cuasi religioso, su orgiástico misterio. Todo acto amoroso es conflicto: de ahí el uso de imaginería bélica que, a la par de los frutos, mieles y elíxires, refiere en última instancia a la violencia entre amantes. Así, en Sicalipsis los ombligos se debaten «sin posibilidad de tregua» entre el espíritu y la carne, lo sagrado y lo profano, lo terrenal y lo divino, lo corporal y lo extracorporal. Pero la consumación del acto no implica un triunfo, sino una derrota. Zaherido en su búsqueda por ese misticismo animal, resignado tras el combate, el amante se proclama desterrado. Como un Tántalo desesperado que no consigue saciar su sed, cada verso es un grito surgido desde las profundidades, una sentencia entre el goce y el suplicio: El erotismo es ilusión y sufrimiento. Juan Pablo Ramos