Josu Landa nos invita en este libro a mirar a Justo Sierra de manera muy distinta a la que estamos acostumbrados; a través de una mirada alejada de cualquier dogmatismo o prejuicio ideológico. El autor considera más provechoso intentar la comprensión crítica de su figura, teniendo en cuenta, por supuesto, la obvia condición multicultural del país, al contrario de lo que estuvieron dispuestas a reconocer las elites sociales de la época porfiriana. Para Landa esta es la única manera de evitar tanto las apologías de que gusta la historina nacional como las aversiones del ideologismo desmesurado. Así, las páginas que dan cuerpo a este libro muestran a un Sierra fiel a sí mismo y a un ideario que fue modelado a partir del examen crítico de las corrientes filosóficas de su tiempo; a un Sierra que tomó como personal el reto de crear la Universidad Nacional de México, antecedente de la actual UNAM; a un Sierra que cometión errorres y cayó en contradicciones, pero que sin duda contibuyó de manera notable a cimentar el orden cultual y educativo mexicano, no sólo de una parte porfiriana, sini prácticamente de todo el siglo XX.