Chocolate bien espumado servido en jícaras de plata traídas del pueblo de Taxco. La sensualidad y el deseo disfrazados bajo la candidez de los versos, los sonetos y las prosas. La gula delicadamente envuelta en papel de China. Los colores encendidos atrapados en las sedas traídas del viejo mundo por el Galeón de Manila para revestir con ellas a ministros y sacerdotes. Todo esto puso al servicio de san Jerónimo una monja; la peor de todas...

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