Louis-Maurice Boutet de Monvel (Orléans, 1851) estudió en la Escuela de Bellas Artes de París y fue discípulo de famosos pintores. Empezó siendo pintor de motivos históricos, pero cuando por razones económicas aceptó ilustrar unos libros infantiles y colaborar con sus dibujos en una revista para niños, el rumbo de su carrera cambió. En particular, tuvieron gran aceptación las imágenes que puso a los relatos de Anatole France titulados Nuestros niños, en 1887, y, al año siguiente, a una edición de fábulas de La Fontaine. En 1896, después de dos años de trabajo, publicó Juana de Arco, un innovador álbum ilustrado. Una exposición en Viena, en 1899, aumentó su prestigio en Europa. Pero, sin duda, el reconocimiento de Boutet de Monvel como un maestro se debe a Juana de Arco, una obra que revela un talento excepcional para el diseño global del libro, para la organización de la secuencia de ilustraciones, para la composición medida de cada imagen, e incluso para la disposición apropiada de los bloques de texto en las páginas. Además, el relato, al que no le falta fervor patriótico -propio del autor y del momento histórico en que se publica-, es sobrio y se ajusta bien a los datos históricos documentados, desde las apariciones angélicas que llevan a Juana de Arco a intervenir en la guerra, hasta el juicio al que fue sometida y que la condenó a morir en la hoguera.