La historia de M era diferente a la de cualquier niña: sus mejores amigos eran los vendedores viajeros que conocía en el camino mientras acompañaba a D, su papá, a vender productos Kramp, con los que también construyó sus primeros recuerdos. Pero un buen día se rompió aquel esquema perfecto y se cometieron inefables actos de violencia que iban más allá de su comprensión. A partir de lo sucedido todo cambió para M, dejándola con un extraño vacío que aumentaba cada día más.

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