La protagonista, Lisístrata, sagaz y energética matrona ateniense, viendo que poco se puede esperar del buen juicio de los hombres y que todo va hacia la ruina, tiene la convicción de que si se quiere remediar las desgracias que pesan sobre Grecia corresponde a las mujeres tomar la iniciativa y obligar a los contendientes a firmar la paz. Para tal fin reúne a sus colegas de la ciudad en guerra y sin dificultad las convence de que adopten una actitud pasiva, negando a los maridos todo trato conyugal. Un magistrado se dispone a hacer fracasar el complot pero Lisístrata con grandes discursos domina la situación. Así, la concupiscencia erótica impide a los hombres atender otros asuntos, estableciéndose negociaciones de paz hasta concretarla.