En algún punto de la gran ciudad unos niños pierden el tiempo y encuentran un revólver. Decididos a probarlo, se lanzan en búsqueda de una víctima. Y como suele ocurrir, las armas de fuego cobran vidas y las alteran, aun si es uno quien las dispara. Con el humor negro característico del autor de La peor señora del mundo y las imágenes de Fernando Llanos, Los niños perdidos relata no la perdición moral de unos adolescentes, sino la pérdida súbita de la niñez.

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