A los ojos de todos, NXIVM era una empresa innovadora sobre desarrollo personal que superaba los estándares: su líder Keith Raniere recibió del dalái lama, en un gran evento, una khata blanca que significa bendición y aprobación; Emilio Salinas (hijo del expresidente) dirigía la filial en México; actrices y actores de Hollywood, así como otros personajes mexicanos, se unían al grupo; sus miembros se mostraban empoderados y listos para prosperar… La verdad era muy distinta, existía un amo y esclavas, mujeres marcadas con las iniciales KR, extorsionadas, grabadas desnudas, con sus datos personales y financieros retenidos, ya sin vínculos con el mundo exterior y que temían por su vida. NXIVM era una secta sexual millonaria: un negocio de esclavitud moderna.

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