Con la reunificación de Alemania en 1990, la nación, dividida desde el final de la Segunda Guerra Mundial, recobra su normalidad. Pero, ¿de qué normalidad se trata? Sólo privada de su estatalidad nacional plena, alcanzó Alemania, en su parte occidental, una normalidad que resultó ciertamente ejemplar. Si 1989 no queda a la sombra de 1945, es decir, si el camino que Alemania emprenda no quedase sujeto a la condición de hacer decidida abstracción de la estatalidad nacional, los alemanes correrían el riesgo de acabar tirando por la borda los logros político culturales de la posguerra. Pero esta tesis vale no sólo para Alemania. Buena parte de los supuestos fácticos del orden europeo de posguerra se han venido abajo. Rearticular ese orden, no sólo sin hacer dejación de sus supuestos normativos, sino ampliando el radio de alcance de éstos, pasa por un camino que apunta allende la nación y el Estado nacional.