Segundo don Juan Tenorio, alma fiera e insolente, irreligioso y valiente, altanero y reñidor. Siempre el insulto en los ojos, en los labios la ironía, nada teme y todo fía de su espada y su valor. Siempre en lances y en amores, siempre en báquicas orgías, mezcla en palabras impías un chiste y una maldición. En su arrogancia y sus vicios, caballeresca apostura, agilidad y bravura, ninguno alcanza a igualar; que hasta en sus crímenes mismos, en su impiedad y altiveza, pone un sello de grandeza don Félix de Montemar.

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