Como se lee en el antiguo testamento: "las siete trompetas, de los siete sacerdotes tocaron con gran estruendo y los muros de la ciudad se derrumbaron". Música para destruir una ciudad, de Leonarda Rivera remite -como en el mito de la antigua Jericó- a la paradoja que la música entraña desde su propia esencia: ser fuente creadora y, al mismo tiempo, contener el poder de la destrucción. En este libro, la ciudad figura como protagonista; dadora de paz y a la vez, como enemiga culpable de la suerte de quienes la habitan. Con una lírica sencilla, la autora aborda el caos de la vida contemporánea y sus vicisitudes.