El interiorismo tiene como misión fundamental convertir un espacio común en un espacio memorable que facilite una experiencia confortable y que regocije al mismo tiempo todos nuestros sentidos. Si bien la arquitectura tiende a configurar un espacio de manera general, son los detalles decorativos los que cumplen con la misión de condensar e hilvanar todas las cualidades del diseño a través de la sutileza de una escala menor, más pequeña y depurada. Para lograr el objetivo mencionado, se puede recurrir a tan importantes aspectos como el mobiliario, los textiles, la iluminación natural o artificial, las piezas de arte, la presencia de artefactos históricos u objetos de colección, así como resaltar el color o la textura de los acabados y materiales utilizados en la construcción de los componentes principales de la arquitectura: muros, pisos, plafones, columnas o nichos. No puede perderse de vista que un objeto decorativo o una serie de estos, pueden marcar el centro de atención visual de un espacio, facilitan o estimulan el movimiento, proporcionan ritmo o equilibrio entre formas geométricas o indican direcciones y jerarquías entre los espacios principales así como la transición del tiempo durante el día o a lo largo del año si se definen como elementos temáticos de carácter estacional.