Esta primera novela póstuma es el reencuentro con dos esquivos y recurrentes personajes que han transitado por varios de sus libros, Tadeus e Isabel. El primero, en efecto, vuelve de la lejana constelación donde habita para arrancar a la segunda del olvido en que reposa. Pero encontrar a Isabel no será fácil y el narrador deberá recorrer los distintos círculos de un mandala para llegar al centro donde acaso ella le aguarde, y emprender un viaje, que mucho tiene de alucinación y ensueño, por el tiempo y el espacio, conversando con los personajes que la conocieron. Y el retrato colectivo que acaba trazándose de esta mujer de vida doliente será, una vez más, caleidoscópico y contradictorio y, como la línea del horizonte, se aleja a medida que avanza la excéntrica investigación de ese Philip Marlowe metafísico en el que va convirtiéndose Tadeus.

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