El inspector superior Eugen Stross se enfrenta a una serie de misteriosos asesinatos, y sus principales pistas para resolverlos son…sueños. Sueños futuros, propios y ajenos, reveladores de la muerte, vendidos por el andrógino comerciante Aleksandar Klozevits, cuyo negocio, Symptom House, permite a las personas soñar unos segundos de sus ensoñaciones futuras, a cambio de un peligroso precio cuyas consecuencias pueden ser funestas. Pavic nos demuestra su destreza como escritor entrelazando los destinos del cantante de ópera Distelli, que sueña su muerte mediante la vida y obra de Pushkin, de su hermosísima mujer, la -bomba sexual- marquesina Lempitksa, de la rival de amores de ésta, Lady Heth, y del amante de ambas, el apuesto Maurice Erlangen. Alrededor de todos ellos acecha la figura de Klozevits y su doble, la señorita Sandra, como alegoría de las consecuencias de ceder a la tentación del anhelo de conocer el futuro y la propia muerte, así sea en un lenguaje que a menudo nos resulta enigmático e indescifrable: el lenguaje de los sueños.

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