Este libro ofrece algunas impresiones predominantemente jurídicas, morales y políticas que involucran una visión atea del mundo, pero sin caer en una visión naturalista del mismo; está dividido en tres partes que corresponden al sucesivo enjuiciamiento de tres distintos planos: Dios, la creencia en Dios y la religión. Tras los argumentos de su autor late una transformación personal que le ha llevado a alejarse del ateísmo más combativo y frustrante para proponer, a cambio, un ateísmo comprensivo y conciliador. Puesto que todos necesitamos dotar de sentido a nuestra existencia y guiar nuestro quehacer moralmente, existe un sentido relevante en que no podemos renunciar a lo sacro. Desde esta perspectiva, el ateo no sólo no puede estar contra la religión, sino que requiere de una, la suya propia, para defender su posición.