Un libro que renueva nuestros ecos milenarios en breves estructuras de vida intensa; voz sonora que en cada estrofa, imagen, metáfora, organiza al poema como una orquesta. Hablar del silbo poético de Beatriz Saavedra es experimentar en la piel el fino erotismo del fuego súbito de un cerillo que recorre las hojas de este poemario y se interna en la cepa de sus lectores, haciéndolos protagonistas de Presagio en el olvido, y de la violencia con la que su pavesa se consume. El reto es transgredir el asombro, la sutil e inmortal llamarada de la "Desnudez del tiempo". Concisión profunda, los poemas de Saavedra nos atrapan sin otorgarnos fianza. Entonces los presagios son una nota que nos devora y nos hace olvidar el instante, el grito, el "silencio quebrado en los residuos del [...] cuerpo", aunque llevemos la sublime carcajada o el "derrumbe involuntario" a la cima más alta de nuestros labios.