Más allá de las creencias que se han concebido alrededor del proceso de enseñanza-aprendizaje de las matemáticas (Gómez-Chacón, 2005), este proceso debería de representar una oportunidad didáctica para que el estudiante desarrolle ciertas competencias que lo preparen para la toma de decisiones en un mundo cada vez más vertiginoso y global. Por lo que es de suma importancia que la enseñanza de las matemáticas no sea abordada como una disciplina en sí misma, sino que se a relacionada con otras áreas y con la vida misma, así, adquiere sentido y significado para los estudiantes (Soto y Cantoral, 2014). Al mismo tiempo, una matemática contextualizada debe ir acompañada de diversas estrategias didácticas que potencialicen el aprendizaje de los estudiantes y el desarrollo de competencias.