Este libro muestra alguno de los acercamientos metodológicos de tres investigaciones producidas en el campo de la antropología educativa mexicana. El primer eje que las une es la vinculación entre la educación escolar y la extraescolar, el cual es abordado de manera diferente por cada una de las autoras. Es importante no olvidar que el enfoque antropológico sobre la educación es muy amplio, ya que éste no sólo se centra en los escolarizado, sino también en los procesos de transmisión cultural, como aquellos que se dan en las familias, las comunidades, las asociaciones, los grupos, los barrios. La obra también reitera la importancia de considerar a la antropología educativa o de la educación como una disciplina, que si bien es relativamente joven, tiene que derrumbar conceptualizaciones erróneas sostenidas por algunos científicos sociales, incluyendo a algunos antropólogos, en el sentido de argumentar que todo lo que concierne al campo de la educación compete únicamente a la pedagogía. Existe, lamentablemente, resistencia por aceptar una antropología especializada en esta área. Se reconoce una antropología económica, política, social, cultural, jurídica, física, entre otras, pero pasa inadvertida esta otra línea de investigación en la que antropología y educación se reclaman, tanto en el plano teórico como en el empírico. Por fortuna está cobrando una consolidación innegable y este libro, de alguna manera, abona al fortalecimiento de la misma. De ello dan cuenta las autoras, quienes, por separado, coinciden al plantear en sus trabajos una preocupación central: qué se enseña, a quienes se enseñas, cómo se enseña, y finalmente, para qué se enseña, todo ello atendiendo la correlación que existe entre sujetos, contextos y procesos.