CUANDO MIGUEL DE UNAMUNO (1864-1936) ESCRIBE SAN MANUEL BUENO, MÁRTIR SE HALLA AL FINAL DE SUS DÍAS (1930); PESE A MANIFESTARSE EN EL PRÓLOGO EL CARÁCTER FILOSÓFICO Y TEOLÓGICO DE LA BREVE NARRACIÓN, TAMBIÉN AFIRMA HABER PUESTO EN ELLA "TODO MI SENTIMIENTO TRÁGICO DE LA VIDA COTIDIANA". LA FE Y LA DUDA, CONVERTIDAS EN DRAMAS PARA UN SACERDOTE, LLEVARÁN A MANUEL BUENO A LA AGONÍA, EN EL SENTIDO ETIMOLÓGICO QUE UNAMUNO UTILIZABA PARA ESE TÉRMINO: UNA LUCHA POR LA FE, UNA LUCHA POR QUERER CREER, QUE DESOLABA AL PROPIO ESCRITOR. ADEMÁS DE ÉSTA LA OBRA CONSIDERADA COMO LA MEJOR NARRACIÓN UNAMUNIANA, EL PRÓLOGO ESCRITO POR UNAMUNO PARA LA EDICIÓN DE 1933.