El café olvidado donde solían reunirse Fidel Castro y el Che Guevara, un homenaje a los fantasmas de la ciudad, un mamut en el metro, una cueva transformada en un santuario, un estacionamiento subterráneo con mosaicos que datan de 1930, un retablo barroco hecho de papel maché, obras maestras secretas de arte colonial en salas que solo abren alrededor de dos horas a la semana, el jardín de techo más grande de América Latina, la foto en la que se modela la estatuilla del Oscar, el primer edificio en el mundo enfrentado con un material que puede atrapar el smog urbano… Lejos de las multitudes y de los clichés habituales, la Ciudad de México está llena de tesoros ocultos que se revelan solo a los residentes y visitantes.