El 24 de febrero de 1995, a las 7:35 de la mañana, fue detenido Othón Cortez Vázquez en presencia de su familia en un aparatoso operativo protagonizado por elementos de la Policía Judicial Federal en Tijuana, Baja California. Se había cumplido la orden de aprehensión obsequiada por un juez federal, con la finalidad de poner tras las rejas al presunto de Luis Donaldo Colosio Murrieta. Pablo Chapa Bezanilla dio la orden de trasladarlo a la Ciudad de México, siendo remitido al penal de alta seguridad de Almoloya de Juárez donde permaneció durante 18 meses. El fiscal especial Pablo Chapa y el procurador Antonio Lozano Gracia, con pruebas contundentes y un video habían logrado echar por tierra la teoría del asesino solitario, develando el "complot" que se había realizado en contra del candidato priísta a la presidencia. Sin embargo, a pesar de un expediente de más de cien mil páginas presentado por la Procuraduría General de la República, poco a poco fueron saliendo a la luz un cúmulo de irregularidades y complicidades de los representantes de la justicia con el fin de inculpar a Othón Cortez Vázquez de un crimen que no cometió. Un abogado defensor de oficio y la familia de Othón lograron vencer al gigantesco aparato del gobierno representado por las altas esferas del poder. Un caso realmente singular que logró dar una lección al Estado y a los medios de comunicación. A 13 años de haber logrado su libertad, Othón Cortez Vázquez decide hablar y exponer a la opinión pública sus vivencias al lado del hombre que debió haber llegado a la presidencia de México; el porqué fue implicado en ese asesinato; la tortura, el encarcelamiento y la forma en que fue destruida su vida a partir del 23 de marzo de 1994, cuando se ejecutó el asesinato, en la colonia Lomas Taurinas de la ciudad de Tijuana.