Estos dos personajes rugen, se insultan y se muestran los dientes. ¡La ira de los dragones es cosa seria! Y mientras el enojo crece y sale en forma de fuego, algo adentro se va quedando vacío. Pero, a veces, sólo falta un colorido pretexto para bajar la guardia y convertir los gritos en carcajadas; algo simple que les recuerde que, entre ellos, existe una emoción aún más poderosa.

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