Un muchacho sufre el derrumbe de una relación amorosa. Romántico y triste, llora en el cine. Así comienza a entretejer su educación sentimental con su educación visual. Con los años y al pasar de las fiestas, irá dejando de ser muchacho, no sin un trabajo de duelo por las pérdidas sufridas en el proceso: amores que se convierten en brasas, ruinas, fantasmas. Conforme recuerda va creando la constelación de lo que vio y de lo que no supo ver. La constelación que le permite poco a poco saberse. Las torres de Torres son arquitectónicas como la Saint-Jacques, ya no en el París del cine de la Nouvelle Vague sino en el siglo XXI, escondida por la niebla y los andamios pero son también las leves acumulaciones de los versos de Coral Bracho, Juan Alcántara, Olvido García Valdés o Raúl Gómez Jattin. Las del desastre lujosamente inventado por la ficción y que más tarde la realidad copió con minucia escalofriante. Las de ciertos géneros en la historia del arte que se activan en clave profética. Juntas, marcan las escalas más importantes de este recorrido: por ciudades, personas y obras de arte. En Torres, el ensayo nunca deja de narrar y la confesión siempre está pensando. Un texto donde se explora con humor y sensibilidad la pregunta: ¿cómo habitan al adulto sus muertos, sus amores, el muchacho que fue alguna vez?

Detalles

Otros libros del autor