Las colecciones de relatos integrados representan un ámbito de riqueza incomparable para su estudio en la literatura hispanoamericana. Durante más de un siglo se ha publicado cientos de libros de relatos de este tipo, no obstante la crítica, hasta hace relativamente poco, logró caracterizarlos como distintos al libro de cuentos misceláneo. El tema es rico no sólo por la cantidad sino por la calidad de las obras que se adhieren a esta categoría, escritas por algunas de las plumas más destacadas en la literatura hispanoamericana. De esta forma, se ha conformado un abundante corpus bibliográfico que en las últimas cuatro décadas ha llamado la atención de algunos investigadores. La unidad y la diversidad de esta modalidad narrativa es una expresión más de la narrativa fragmentada, pues su constitución corresponde con la de una totalidad fraccionada. Se identifica por estrategias corno la simultaneidad, la discóntinuidad y la multiplicidad, transforma el orden secuencial lógico y lineal de la novela tradicional, presenta cambios bruscos de tiempo y espacio, tiene múltiples entradas y elude la noción de final y centro. Sus personajes pueden pasar de cumplir un papel protagónico a uno secundario o incidental de un relato a otro; coexisten múltiples narradores y puntos de vista; y, algo que resulta bastante sintomático, puede agregarse o quitarse relatos sin afectar el sentido esencial del conjunto. En este entorno, la colección de relatos integrados cuestiona la poética aristotélica de totalidad, responde a los conceptos de "texto ideal" (Roland Barthes), "rizoma" (Gines Deleuze) y prefigura el de "hipertexto" (Theodor Nelson).