De promesas, amor y nuevos significados
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De promesas, amor y nuevos significados

América Gutiérrez

La prueba de que los milagros existen es la consistencia que toma un pan de yema después de sumergirlo en chocolate almendrado, ese desayuno ganador me dio la energía suficiente para comenzar el segundo día de festejo literario en Oaxaca la bella. Al salir del mercado, tres pubertos maniobraban una marmota para acomodarla en un poste. Las marmotas son esos títeres monumentales hechos de tela y papel maché que se manejan con palitos y que representan un sinfín de personajes. Estos gigantes son parte de las famosas Calendas que alegran con música y baile el espíritu de propios y extraños. Esta marmota era una mujer sonriente, vestida de morado y coronada por flores, que por descuido casi se cae y cuya puesta en peligro se vio acompañada por el grito: ¡cáchela porque es mi amiga!

La expresión me hizo pensar en cuántas veces en la vida me han “cachado” y viceversa. Esa imagen me persiguió durante un trayecto que me alejaba del centro de la ciudad para explorar otra sede de la Proveedora en la zona de Reforma. De repente, estaba en otra Oaxaca donde ya no había adoquines y no se llega a pie. A cambio, dos pisos de libros, café y un catálogo interesante se abrían paso entre todo tipo de negocios.

Al atravesar el umbral, me sentí en un terreno prodigioso de bienestar literario. Encontré de frente  una enorme y juguetona foto de Raúl Zurita, para después bajar la mirada y ver a Alejandro Zambra de carne y hueso, bebiendo un café mientras hojeaba un libro. Después de esa recepción, busqué un espacio para la presentación de Punto de cruz, la novela más reciente de Jazmina Barrera. Yásnaya Aguilar y Luna Miguel abrieron el diálogo sobre esta novela. Yásnaya la ubicó en la ficción estilo bildungsroman o de formación femenina, que hasta ahora tiene escasos referentes, o por lo menos no son tan visibles. Luna Miguel se decantó por el reconocimiento de la relaciones, de la amistad entre mujeres. Jazmina comparte los vínculos que se crean a través de compartir oficios como bordar, considerada una actividad menor, o como algo que toda señorita debía recibir para convertirse en una buena esposa y madre. A Yásnaya le sorprende el bordado en el contexto urbano y reconoce que esta es una ficción con profundas raíces de ensayo entre sus páginas. Hebras resistentes nos conducen por sólidos caminos narrativos que develan la comunicación entre textiles y agujas que dejan signos a su paso. Punto de Cruz es una historia que habla de una labor compartida, de lo difícil que resulta crecer, de la vocación, dudas o decisiones y de cómo la habilidad de enhebrar oscila entre el menosprecio y lo trivial, posición que le permitió convertirse en un lenguaje secreto más allá de lo doméstico. No quería que esta charla terminara y al mismo tiempo sabía que debía correr de regreso al Centro. Emprendimos el retorno con un libro firmado bajo el brazo.

Volví al Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca para saber por qué el nuevo libro de Juan Villoro se llama La tierra de la gran promesa como la película de Andrzej Wajda, y precisamente se hablaba de esto cuando crucé el umbral; describía aquella tradición malsana de cambiar los títulos de las películas en español para hacerlas más “atractivas” para el público mexicano, pasando por alto cualquier traducción coherente. En el caso de Wajda, la traducción lógica debió ser La tierra prometida. Esta película se relaciona con la nueva ficción de Villoro por la ironía de que ésta se proyectaba en la Cineteca Nacional durante el incendio marzo de 1982 y en su última secuencia vemos arder en llamas todo cuanto está en el cuadro. La palabra promesa conecta la más reciente novela de Juan Villoro con todos estos acontecimientos y con una expresión de voluntad, a la espera de que pase algo, de que cambien las circunstancias o, por lo menos, que no empeoren.

La música me conduce hasta una terraza donde un ejercicio de escritura y conversación entre dos autoras y una cantautora se preguntan ¿qué es el amor? Luna Miguel nos advierte de los peligros que representa una poeta enamorada, mientras Clyo Mendoza nos comparte pasajes de amor y duelo. Mare Advertencia funde la lírica y el rap. Del ritmo surgen más preguntas que respuestas. A los oídos ahí reunidos llegan frases como “con todo el amor que puedas imaginar”, “deseando que nadie me diga te quiero nunca más” o “el destino del amor también es despedirse.” Repensar los vínculos afectivos y romper patrones nunca ha sido sencillo, la búsqueda de una definición del amor nos enfrenta a una deficiente educación sentimental. En este proyecto multidisciplinario del Fondo Ventura para FILO, tres mujeres desmitifican el amor romántico desde una posición en el mundo que ya no justifica la violencia contra ellas. Luna, Clyo y Mare conceden, de manera natural, nuevos significados al sentimiento amoroso en un poema, en una novela o en una canción.

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