Melancolía
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Melancolía

América Gutiérrez

Oaxaca en octubre tiene un aura mágica y fascinante que huele a cempasúchil: no hay portal sin catrina. “Acá la muerte se celebra casi un mes, nuestro difuntos se ponen bien alegres, les da tiempo de darse varias escapadas” dice doña Juana mientras acomoda las jicaritas rojas del tejate. Le doy las gracias por la bebida y me hace una seña para que no ande por ahí con restos de rosita de cacao en los labios.

Es mi último día de Feria. Voy con cierta melancolía por las calles y las sedes, comienzo a sentir los efectos de días intensos en el cuerpo y el alma. Durante este recorrido, pienso en los orígenes de la Feria, en aquellas primeras expo ventas de libro, en la titánica labor del tan querido profesor Ventura que fundó la librería y papelería más antigua de Oaxaca.

Como siempre hay un detalle dramático en mis despedidas, esta no podía ser la excepción. Los eventos que me interesan suceden a la misma hora. Italo Calvino aterriza de golpe en mi indecisión: “no hay diferencia entre el acto de elegir y el acto de renunciar.” Me muevo, ya sé a dónde me dirijo, pero la selección implica tomar un taxi hasta mi destino.

“Los bloqueos en Oaxaca son pan de cada día, ni modo, a veces no hay de otra manera para que le hagan caso a uno”, Don Elio suspira mientras conduce, quiere que llegue a tiempo a mi presentación. Un trayecto de escasos minutos duplica su duración y me lleva por un atajo que pasa por barrios a los que no habría llegado de otra manera. Lo logramos y aún me quedan nueve minutos para colocarme en el lugar adecuado para registrar lo que pueda desde el mejor ángulo posible.

Elegí la mesa llamada “De risa y melancolía” con Karina Sosa, Daniela Tarazona, Juan Pablo Villalobos y Alejandro Zambra. Las reflexiones comenzaron cuando Karina Sosa planteó la risa y la melancolía como dos vertientes de lo humano en la escritura y preguntó al panel: ¿qué libro los habían hecho reír? Compartió que en su caso siempre era más sencillo recordar cuáles la habían hecho llorar o enojar, pero que la experiencia con el humor era más escasa. Juan Pablo Villalobos contestó decidido que él sí que recordaba libros que los había hecho reír de manera involuntaria, como por ejemplo los de Carlos Fuentes. Zambra confesó que primero pensó en música, pues cuando era chico escuchó por primera vez la palabra melancolía en una canción muy poco melancólica de Camilos Sesto, y se dio cuenta de que la primera vez que escuchó esa palabra no fue en un contexto melancólico, hasta llegar Radiohead, Smashing Pumpkins o Gorillaz pensando en On Melancholy Hill. Daniela Tarazona se traslada a los recuerdos de la infancia, a esas representaciones de lo que se siente cuando no entiendes muy bien la impronta de un concepto como melancolía.

Juan Pablo Villalobos regresa a Bergson y se refiere a la risa como una anestesia momentánea del corazón, menciona que cuando alguien cae, nos reímos porque sabemos que esa persona no se ha hecho daño. Villalobos establece que esta es la distancia que necesitamos con respecto de las cosas que nos suceden para poder reír de ellas y que esa distancia no sólo es espacial sino también temporal, pues el tiempo es determinante para el cambio de estado de ánimo. La escritora de Caballo fantasma complementa que la distancia es importante para el escritor, pero como lector se mira de otra manera, los personajes interactúan con la memoria, con lo que traes en el momento de la lectura y eso es lo que genera la lágrima o la risa. Casi sin darme cuenta, había llegado la hora de tomar la maleta, despedirnos de nuestra querida FILO y volver a la Ciudad de México.

Al igual que Zambra, la melancolía me llega primero por mis oídos, y sin miedo al lugar común, La Llorona me estremece el corazón con pulso melancólico. Aclaro que no solo sucede cuando estoy en Oaxaca, sino siempre que la escucho. De camino al aeropuerto, pensé en Sebald y en su definición de melancolía como algo que va más allá de meditar sobre las desgracias ocurridas, que no tiene nada que ver con la adicción a la muerte, sino que se manifiesta como una forma de resistencia.

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