# 144. Comedias / Tartufo
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Imaginemos a Moliere, en la soledad de su camarín, en los momentos en que se prepara para una representación; se ha detenido por un instante para consultar algo grave con su espejo; el espejo es gran amigo y fiel consejero de comediantes, que nada hacen sin preguntarle con una mirada si ello está bien; los espejos son significativos en la vida de Moliere, como el color verde que prefería en sus trajes y en sus decoraciones, inclusive la de su propia casa; con tres espejos bajo una máscara ha sustituido en su sello personal lo que sería su escudo si fuese noble- a los monos que figuraban en la portada de la casa paterna; ahora tiene una interrogación muy grave que hacer a su espejo; es el 24 de octubre de 1658, y la compañía de Moliere va por fin en esa fecha a actuar en presencia del joven rey. La obra escogida ha sido icomedes, de Pedro Corneille. ¿Aconsejó esa selección el propio Moliere, jefe de la compañía? Tal vez. ..pero recordemos que allí las cosas se deciden por votación democrática de todas las partes. ¿Por qué esa obra? Tal vez porque en ella se hace una defensa de la monarquía absoluta, lo que podría resultar simpático al soberano, que quizás comenzaba ya a entenderla así, y que con el tiempo habría de ejercerla; pero tambIén posiblemente por que las tres estrellas femeninas del grupo, importantes votos para escoger la pieza más conveniente para e) caso, brillan en la tragedia, que les da ocasión de lucir la nobleza de sus bellas figuras y las conmovedoras entonaciones de sus bien educadas voces; su espejo le repite a Moliere que él, en cambio, no tiene en la tragedia ningún porvenir como actor; su estatura no es lo bastante majestuosa, y la emisión de su voz suele interrumpirse con )os que sus críticos llaman hipos, y que son tal vez sólo señales de una cierta cortedad de aliento, de una falta de capacidad torácica para la emisión ininterrumpida de las grandes tiradas de versos trágicos; sus facciones son gruesas, vulgares; no hay en ellas distinción ni finura; no le vienen bien los nobles papeles de príncipe, sino sólo los de hombre común, yesos papeles son cómicos; pero esta vez ha de ceder las palmas a las tres diosas de la compañía, sus amantes las tres, y no buscar solamente su personal lucimiento: a Magdalena Béjart, su socia en la fundación de El ilustre teatro, a la de Brie, a la Marquise, luminarias de aquella farándula que, decía el ingenioso Chapelle, sin duda era más difícil de manejar que el Olimpo en tiempos de la guerra de Troya, cuando tenla Júpiter que tratar de mantenerse en buenos términos con .tres divinidades rivales entre sí, sin mostrar preferencia especial por ninguna de ellas. Pero. ..¿qué pasará si el éxito de la tragedia no es completo, no es brillante? Moliere se lo pregunta a su espejo.

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