Somos animales y como tal nos comportamos. Nos expresamos a partir de principios elementales y estamos constituidos por una intrincada estructura química y de redes neuronales, que conocemos cada vez más a la luz de la neurociencia. A flor de piel explica la importancia del contacto piel con piel, de la cercanía física como expresión de las emociones, sustenta fundamentalmente en una base biológica. Porque si no nos podemos tocar, ¿para qué un cuerpo? ¿Para qué si nadie nos acaricia ni nos huele, acercándose tanto como para escuchar el latido de nuestro corazón o ver los cambios de nuestra piel cuando nos golpea la brisa? ¿Para qué comer o dejar de hacerlo cuando el acto de ingerir alimentos no consiste en compartir rituales ni placeres ni animadas conversaciones alrededor de una mesa? Este libro confirma lo que muchos neurocientíficos se han aventurado a afirmar: nuestra experiencia en el mundo no puede explicarse solamente con el “Pienso, luego existo”. Mucho más primario y antiguo que esto, nos define un “Siento, luego existo”. En estas páginas descubriremos nuestra verdadera esencia, con el fin de entender la unidad en toda la escala animal y la esencia de las emociones en el origen de nuestra conducta.