El 2000 fue, desde hace mucho tiempo, un año marcado por la esperanza y el sueño; para, Fernando Serrano fue también un año que difícilmente podrá olvidar. En aquel primer año del nuevo siglo, o el último del XX según la perspectiva, Fernando Serrano cumplió treinta años de haber recibido el título de abogado, veinticinco años como profesor de la Facultad de Derecho y veinte como profesor de El Colegio de México. Pero este año marcó también nuevos compromisos y nuevas tareas para el profesor Serrano Migallón. Es el momento de su retorno de tiempo completo a la Universidad; un retorno relativo porque además de no haber dejado nunca su cátedra, donde quiera que su desempeño profesional lo lleva, se mantiene ligado a su alma mater, pero en efecto, vuelta a casa porque fue el año de su recepción doctoral en historia y el inicio de su gestión como Director de la Facultad de Derecho. Aún si esta serie de felices coincidencias no fueran suficientes para emprender la justa tarea de un homenaje; para nosotros, quienes fuimos y nos seguimos considerando sus alumnos, la forma en que sus enseñanzas y su ejemplo nos han marcado no sólo como abogados, politólogos, internacionalistas o administradores públicos, sino como ciudadanos y mexicanos, son por sí una causa poderosa para querer ofrecer al maestro algo más que un homenaje, la recapitulación de sus principales preocupaciones y pasiones intelectuales. Con ello queremos continuar el diálogo, siempre vigente, con nuestro amigo y profesor. Esas son las causas por las que un grupo de alumnos del maestro Serrano, nos dimos a la tarea de reunir algunos ejemplos de su obra dispersa en diversas publicaciones, o bien que fueron leídos por él en varios actos sin que hubieran sido publicados hasta ahora y que no había sido unificada en libros.

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