Nuestro mundo parece un océano caótico. Océano de mensajes, de concepciones del mundo, de imágenes, de voces discordantes que claman sus verdades... Sumergido en un desconcierto generalizado, el tiempo de las grandes lecturas unívocas ha concluido. Sea la uniformidad en la sociedad, el monolitismo de las ideologías (derecha contra izquierda, católicos contra comunistas...), o la rigidez de los modos de vida estándares... ¡todo se ha desmoronado! ¿Pero acaso todo ello es por la realización de un gran sueño, el del mestizaje armonioso de las civilizaciones y de las culturas, el de la tolerancia mutua, o la curiosidad exploratoria? Nada más lejos de la realidad. A la sociedad cerrada y mediocre del pasado le sucede un mundo inhumano, el de la "globalización" que lo disuelve todo. En lugar de disfrutar cada vez más de la libertad para soñar, de la perspectiva de descubrir otras culturas, de interrogarse y filosofar, nuestras almas están colonizadas por pasiones tristes; la angustia del mañana, los rumores de atentados y guerras, la estigmatización de los otros, el cansancio de recorrer deshumanizadas megalópolis, la dificultad para amar.