La Academia Mexicana de la Lengua ha tenido el buen acuerdo de incluir en su colección Clásicos de la Lengua Española la edición de la Grandeza mexicana de Bernardo de Balbuena (México, 1604), sabiamente anotada por el profesor Luis Íñigo-Madrigal y precedida de un estudio introductorio en el que, sin mengua de su originalidad, se pone de manifiesto la tradicional estructuración retórica de ese poema epidíctico. La "Carta" del autor a la "Señora Doña Isabel de Tobar y Guzmán, describiendo la famosa ciudad de México y sus grandezas" fue el único libro de poesía hasta entonces dado a la luz por las prensas novohispanas, cuyas labores -sin embargo- habían comenzado hacía más de medio siglo.' Hasta esa fecha, y aún mucho tiempo después, la producción poética de los ingenios novohispanos, y en especial la de carácter lírico, había circulado en copias manuscritas que -como sucedía también en España- iban siendo comunicadas de manera particular entre los autores y los aficionados a sus obras. Habida cuenta del explícito propósito laudatorio y del brío y esplendor de su lenguaje descriptivo, aquella fastuosa y, a la vez, ceñida descripción de la "grandeza" de los muchos aspectos de la urbe mexicana, así como del ánimo y condición de sus pobladores: su tierra fértil y apacible clima; la admirable proporción de sus edificios; la justicia y prudencia de sus gobernantes civiles y eclesiásticos; el boato y esplendor de sus festejos públicos; la belleza y discreción de sus damas; el gentil talle de sus caballeros; el vivo ingenio de sus estudiantes...