Personaje emblemático de grandes autores de la Antigüedad como Eurípides y Apolonio de Rodas, Medea es la figura femenina que uno de los nombres mayores de la literatura francesa contemporánea revisita en las páginas tensas y expresivas de esta obra. Descendiente del Sol, Medea tiene dos papeles principales. Primero, es la mujer poderosa que con su magia ayuda al héroe Jasón en la búsqueda del Vellocino de Oro. Después, se vuelve la amante despechada que, asesinando a sus propios hijos, cobra venganza contra Jasón, quien ha decidido casarse con la hija del rey de Corinto. Este segundo movimiento inquieta la mirada lírica y la reflexión asombrada de Pascal Quignard: el misterio de cómo la maternidad significa el poder de dar la vida y, también, de quitarla, en un acto definitorio que arranca de la tierra toda posibilidad de suponer en el afecto y el cuidado la segura permanencia. El viaje del famoso autor de Todas las mañanas del mundo llega en las páginas de esta Medea a una clarividencia desoladora: Los recién nacidos matan a todos los vivos a su paso.