Los infraclase constituyen un segmento social cuya vida opera al margen del mainstream de la sociedad, debido a su precaria inserción en el mercado laboral, su falta de participación en las instituciones, su bajo nivel de organización y situación de aislamiento social. El mercado laboral agrario estadounidense se caracteriza por un abuso de poder de los empleadores sobre los jornaleros migratorios. Los trabajadores indocumentados aceptan condiciones laborales injustas: trabajo a destajo, ritmos de trabajo forzados y salarios mermados, y los que lo hacen con una visa H2A aceptan recortes salariales de horas trabajadas y horarios de trabajo extenuantes para no ser incluidos en las denominadas "listas negras". La relación de los jornaleros migratorios con las instituciones laborales es muy débil. Los que no tienen documentos no participan en actividades reivindicativas, y aquellos que los tienen son mantenidos fuera del alcance de los sindicatos a través de campañas de intimidación. Asimismo, estos padecen una situación de aislamiento social, caracterizada por la separación prolongada de amigos y familiares, la carencia de interacción recreacional, el aislamiento geográfico, el encerramiento en los lugares de trabajo y resquebrajamiento de la urdimbre social como resultado de la competencia por el empleo. El libro Nuevas infraclases, Los jornaleros migratorios de Tamaulipas examina el entorno sociolaboral de los trabajadores migratorios de Tamaulipas empleados en la agricultura de Estados Unidos, quienes padecen condiciones de trabajo precarias, su conexión con las instituciones laborales es casi inexistente y viven aislados en un entorno donde los vínculos sociales son limitados.