"En los relatos que componen Una presencia, apenas un temblor, es la ciudad -a un tiempo sin nombre y plural, abigarrada y espacio de ensimismamiento- el escenario donde los personajes viven pasiones y miedos, deseos y rupturas, redirecciones subjetivas o derrumbes internos. Acontecen amores juveniles que se evaporan como una novela romántica, secuestros, acoso callejero, familias incestuosas y violaciones tumultuarias; se busca al hijo arrebatado; se organizan nuevos lazos familiares y se anhelan objetos. Mujeres y hombres enfrentan diversas batallas: contra el entorno social expulsivo de la singularidad y las relaciones de género signadas por el sexismo; contra la indiferencia, la devaluación y los valores dominantes que se viven como corazas. Luchan en contra de la muerte y la caducidad, de su genealogía, su pasado y la memoria. Alberto Torrentera"