Uno de los temas centrales en el Pragmatismo es la noción de la verdad estrechamente ligada a la de justificación. Una justificación acertada se entenderá como aquella que se basa en las mejores razones posibles en un momento histórico y en relación con el contexto adecuado. ¿En qué consisten las mejores razones posibles?, y ¿cómo saber cuándo hemos alcanzando el límite en el que, en efecto, no hay más razones que contravengan la validez de nuestras justificaciones? Las buenas razones mostrarían que, en un contexto de ciertas prácticas sociales, éstas podrían considerarse como intervenciones exitosas en el mundo. Así, la noción de verdad estaría ligada a procesos de justificación, pero también a la realidad. En el proceso de justificación, la observación de las consecuencias efectivas en contraste con las consecuencias previstas, arroja información que muestra la suficiencia de las razones en las que se basa una decisión. Nuestras mejores razones son contingentes, lo que hoy consideramos válido puede modificarse posteriormente en relación con otra información, otros contextos y otras audiencias. Nuestras justificaciones son pues transitorias, además de que no contamos con un criterio límite que nos indique de manera precisa cuándo hemos alcanzado “las mejores razones posibles” para considerar una creencia o cierta decisión intersubjetivamente aceptable. Esta postura epistemológica y ontológica tiene implicaciones éticopolíticas. En este libro presentamos algunas de estas implicaciones en relación con los derechos humanos, los sistemas complejos, así como con el tema de la incertidumbre y vulnerabilidad en la toma de decisiones.