Los textos que componen este volumen articulan un constante vaivén entre las siempre fértiles figuras que nutren a la tradición filosófica, a la literatura, y al propio cine en tanto moderno horizonte que ordena nuestras audiovisuales y digitales formas de conocer y percibir. Así, por ejemplo, del texto "La violencia en Grecia antigua", de Leticia Flores Farfán, a "Funny Games, de Michael Haneke, y la violencia en el cine contemporáneo", de Armando Casas, encontramos los puentes suficientes para extraer consideraciones tanto sobre la dimensión formativa que bien puede implicar la representación de la violencia (el caso de la tragedia), como sobre su representación en tanto vehículo de su crítica y denuncia al encarnarse ésta en la propia imagen cinematográfica. O por ejemplo, del texto "La violencia irreductible", de Ignacio Díaz de la Serna, a "El porvenir será largo. Violencia, gobierno y cotidianidad en las Ciudades de Dios", de Gerardo de la Fuente Lora, y de éste a "La crítica a la violencia de la cultura política de J. M. Coetzee", de Pablo Lazo Briones, podemos seguir un trenzado de ideas con relación a la inasibilidad radical de una violencia que es no sólo destino inexorable de la sociedad humana y rostro verdadero de la Ciudad de Dios (Agustín de Hipona), sino fondo necesario sobre el que emerge la producción de sentido y la afinación de la libertad como diferencia. "La era del chisme", de José Felipe Coria, y "El nuevo cortometraje mexicano de nota roja y el caso Metinides", de Rafael Aviña, en este contexto, bien podrían aderezar con salsa picante las reflexiones anteriores al atraerlas a la órbita de un análisis de la violencia misma en el contexto del cortometraje y la ideosincracia televisiva mexicana que retrata, documenta y festeja nuestra realidad a la vez cruda, banal y twittera, sobre la que, junto a soflamas políticas que hablan de justicia, modernidad y progreso, desfilan cuerpos acribillados y cabezas amoratadas.